Quinta-feira, 11 de outubro 2012
1. Mística
PADRE AMERINDIO
Pai-Nosso - de todos os filhos e filhas
Quiero decirte Padre en Aymará
Quiero cantarte Padre en
Araucano,
Quiero mostrarte Padre mi
Colombia
Quiero darte las gracias por mi
Amerindia.
Quiero decirte fuerte que te amo
en Quechua
Quiero sembrar tu reino con
trigo Maya,
Quiero darte mi vida como Azteca
Quiero adornar tu frente con oro
Inca.
Mi Padre en tu corazón
yo encuentro
Mi sintonía,
Mi sintonía.
Y quiero consagrar
ahora a mi pueblo
toda mi vida
toda mi vida.
Quiero decirte Padre en Guaraní
Quiero cantarte Padre con mi
alma U’wa
Quiero mostrarte Padre tierra y
mares
Quiero darte las gracias por mi
Amerindia.
Fuente: musica.com;
Letra añadida por Angel Shalom
2. Memória
Fr. Betto, D. José Maria Pires, Pablo Richard, Susin |
Ancestrais da Teologia da Libertação comemorando 50 anos desde o início do Vaticano II e 40 anos do texto fundador da Teologia da Libertação, de Gustavo Gutierrez |
3. Compromisso
Mensagem Final do Congresso
Cerca de Dios… cerca de los pobres
Con motivo de los 50 anos de la
apertura del Concilio Vaticano II y de los 40 del inicio de la Teología de la
Liberación nos hemos reunido en el Congreso Continental de Teología en la
Universidad de Unisinos de Sao Leopoldo/RS Brasil. Al llegar al final dirigimos
a nuestras Iglesias y pueblos un mensaje para compartir lo que hemos escuchado
y dialogado, vivido y celebrado.
Hemos participado 750 personas entre
jóvenes y adultos, laicas y laicos, religiosas y religiosos, sacerdotes y
obispos y hermanas y hermanos de otras confesiones cristianas. Proveníamos de
los diferentes países de América Latina y del Caribe, de América del Norte y de
Europa. Hemos vivido un verdadero kairós y movilizado la comunidad teológica
del Continente.
Ante todo queremos comunicar que hemos
salido fortalecidos en nuestra esperanza, una esperanza que nos impulsa a poner
nuestras vidas al servicio del Reino de Dios. Hemos orado evocando el caminar
eclesial desde el inicio del Concilio Vaticano II y de los 40 años de teología
de la liberación. Hemos reflexionando creativamente en paneles y talleres sobre
aspectos importantes del pueblo de Dios y que desafían nuestro quehacer
teológico y pastoral.
Hemos constatado y asumido nuestras
diferencias y diversidades históricas, geográficas, culturales, de procesos
sociales y eclesiales. Nos hemos enriquecido con ellas, muy especialmente
cuando hicimos memoria y celebramos el testimonio martirial de quienes en
décadas recientes han dado muestras extraordinarias de fidelidad al Dios de la
vida, en el seno de nuestro pueblo, sobre todo entre los empobrecidos.
Hemos recordado especialmente la
figura luminosa y entrañable del Papa Juan XXIII, de quien evocamos el gesto de
abrir puertas y ventanas para que la Iglesia católica aprendiera que para ser
madre y maestra, necesitaba volverse hija y discípula. Recordamos, también, a
Pablo VI que acertó a poner lucidez y audacia en los trabajos del Concilio y en
el caminar del pueblo de Dios del inmediato postconcilio. Esta memoria nos la
transmitió con emoción y fuerza Mons. José M. Pires de 94 años; él fue padre
conciliar.
Hemos reafirmado nuestra convicción de
que el camino que emprendimos en Medellín, ha de seguir siendo nuestro camino
en este tiempo. Hemos tomado conciencia, también, de las exigencias que supone
el nuevo contexto cultural, social, político, económico, ecológico, religioso y
eclesial, ahora globalizado, depredado y excluyente.
Hemos confirmado que la Teología de la
Liberación está viva y continúa inspirando las búsquedas y los compromisos de las
nuevas generaciones de teólogos. Pero a veces es brasa se esconde bajo las
cenizas. En ese sentido, este congreso se ha convertido en un soplo que ha re
encendido el fuego de esta teología que quiere seguir siendo fuego que enciende
otros fuegos en la Iglesia y en la sociedad.
Conscientes de que la “Iglesia debe
escrutar los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio” (GS
4), hemos querido pasar a los tiempos de los signos y hacer un proceso de
construcción colectiva que articule nuestro pensar, sentir y actuar. Este
proceso ha supuesto un esfuerzo de escucha atenta de distintos testimonios y
experiencias, convicciones y miradas, en un compartir que nos interpela desde
el hoy de nuestros diferentes contextos y nos lleva a apostar por un presente
que tenga futuro.
Los tiempos han cambiado. Esto nos ha
llevado a detenernos y poner en diálogo nuestra teología latinoamericana con
realidades y saberes que no estuvieron presentes en los trabajos del Vaticano
II, ni en los primeros momentos de la Teología de la Liberación. Para nosotros
son nuevos clamores que vienen de los migrantes, las mujeres, los pueblos
originarios y afro descendientes, las nuevas generaciones y todos los nuevos
rostros de exclusión que emergen desde la invisibilidad.
Estos gemidos son fruto de un
sufrimiento, el que buscamos compartir con pasión con quienes son privados de
una vida digna, de un “buen vivir” (Sumakausai) como que quiere Dios.
Confiamos en que este congreso marque
el comienzo de una etapa nueva. Para eso se ha organizado. Algo nuevo está
brotando y cada vez nos damos más cuenta (Is. 43,13). Queremos que ese futuro
esté marcado por la fidelidad, la fecundidad, la creatividad y la alegría. En
él nuestro quehacer teológico debe acertar a asumir los nuevos desafíos en
plena sintonía con la Palabra de Dios, bajo la acción del Espíritu y en
profunda comunión con los pobres que para nosotros son los preferidos de Jesús.
Así tiene que ser ya
que “todo lo que tenga que ver con
Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres
reclama a Jesucristo” (DA 393).
Durante el congreso miramos hacia
adelante y miramos lejos, hacia el futuro; nos deja con sueños y con ganas de
hacerlos realidad. Uno de los más importantes es animar teólogos y teólogas jóvenes
a que acojan la herencia de los teólogos de la primera generación de la
Teología de la Liberación. Esta herencia la transmitió Gustavo Gutiérrez al
recordar con emoción a los teólogos jóvenes que en su quehacer teológico sean
rigurosos, profundos, cercanos a las comunidades insertas en el mundo y que den
su vida por los pobres. Con su frase “Cerca de Dios, cerca de los pobres” evocó
a todos los participantes lo mejor de la teología latinoamericana. Con ella
recogemos nosotros lo mejor de este congreso.
Los participantes de este Congreso
regresamos a nuestras comunidades eclesiales dispuestos a asumir las tareas que
tiene la teología latinoamericana hoy y a testimoniar con nuestro proceder que
otra teología es posible para que otro mundo sea posible. Eso sucederá si
nuestros jóvenes tienen visiones y nuestros ancianos sueños (Jo 3, 1-2).
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